History

“El lugar más hermosa que ojos humanos vieron”, así describiría Cristóbal Colón la exuberancia de las tierras vírgenes tras arribar a la costa de Cuba el 27 de Octubre de 1492. En su escrito a los Reyes Católicos -valedores de la aventura del navegante- manifestaba su dificultad en trasmitir tanta belleza. Se mostraba fascinado ante la infinidad de palmeras y árboles, los pájaros de hermoso plumaje y el esplendoroso verde de los campos. Pensó que había encontrado un nueva ruta hacia las Indias: su tan anhelado sueño de descubrir las riquezas que Marco Polo había descrito en su viaje a Oriente. Le resultó extraño que los nativos no lucieran los vistosos ropajes descritos por el aventurero italiano, ni exhibieran brillantes adornos o utilizaran utensilios de metal. Los indígenas que salieron al encuentro de Colón no mostraban recato alguno en aparecer desnudos sin más ornamenta que sus cuerpos pintados de vivos colores.

LOS INDIOS Y LA COLONIZACIÓN

A esta tierra que los indios llamaban Cubao o Cibao, Colón la bautizaría Juana, en honor a la hija de los Reyes Católicos; después se denominaría Fernandina, para gloria del rey Fernando el Católico. Con el tiempo acabaría recibiendo el nombre de Cuba, derivado del nombre indígena. Los indios que vivían en la isla se dividían en tres etnias principalmente, con desigual grado de desarrollo: Los guhanatabeyes eran cavernícolas y los más primitivos; Los siboneyes tenían cierto desarrollo, y los taínos, que eran los más avanzados socialmente. Los tres pertenecían a la tribu de los arahuacos, que se extendía desde el Brasil hasta el Caribe. El trato brutal de los conquistadores y sobre todo las enfermedades que éstos trajeron al Nuevo Mundo (especialmente la viruela) provocarían la práctica extinción de los nativos. Al ser de cultura pobre, sin escritura ni centros urbanos, poco trascendería con la salvedad de la yuca, el maíz y algunas frutas locales, y la siembra y uso del tabaco; conservamos algunas palabras como huracán, dios taíno de la tormenta, o canoa, embarcación que se hace de troncos ahuecados. En cuanto a su huella biológica, la predisposición de los jóvenes marinos españoles al apareamiento con las mujeres indias daría lugar a una nueva raza, los mestizos.

Tras una conquista fácil y rápida, llegó el momento de la colonización y evangelización, que debería trasladar y reproducir en Cuba la forma de vida en España. Para ello habría de construirse pueblos y ciudades, caminos y calles, iglesias, casas y palacios. Tal encargo vino de la mano del sevillano Diego Velázquez. Partiendo de La Española (hoy Haití y Santo Domingo) el proceso se inició en el oriente de la isla. La primera ciudad fundada fue Baracoa, en 1511; posteriormente vendría Bayamo, Trinidad y Santa María del Puerto Príncipe (hoy Camagüey). En 1515 se fundaría Santiago de Cuba –primera capital- y la Habana, que por su proximidad al continente y estratégico enclave acabaría siendo la capital del país. Lo primero que llamó la atención de los conquistadores fue la abundancia de chapapote en La Habana, que los españoles usarían para recubrir los maltrechos barcos. La capital cubana fue desde el siglo XVI y hasta comienzos del siglo XX un importante centro de construcción naval. Algunos de los mejores barcos de la marina de guerra española saldrían del puerto de La Habana. Los astilleros llegaron a ser centro de atracción y objeto de curiosidad ciudadana por la enorme grúa bautizada como “la machina” que se utilizaba en el proceso de instalación de los enormes mástiles que requerían los grandes veleros de la época.

Uno de los más apremiantes problemas a los que se enfrentó la isla durante largo tiempo – que paradójicamente beneficiaría su rápido desarrollo-, sería el continuo asedio de corsarios y piratas ingleses y franceses a los puertos como Santiago y La Habana, en busca de un buen botín o para pedir rescates, que provocó que la Corona de España tuviera que enviar mano de obra especializada para construir fortines y navíos de guerra, lo que aceleró el proceso de urbanización. La posición geográfica de la isla convirtió a su capital en puesto estratégico. Puerto de obligado paso hacia las tierras continentales, La Habana pasaría a convertirse en centro neurálgico imprimiendo en la ciudad un refinamiento y carácter cosmopolita que perduraría en el tiempo.

LA SOCIEDAD MULTIRRACIAL Y SU DIVERSIDAD RELIGIOSA

Uno de los aspectos distintivos de la sociedad cubana fue su carácter multirracial, que provocaría tensiones sin llegar a romper la armonía y cohesión social; salvo en contadas ocasiones como el tímido e infructuoso intento de amotinamiento de los esclavos en su lucha por conseguir la libertad, como había sucedido en Haití en las postrimerías del siglo XVIII. En lo más alto del estrato social se encontraban los blancos, los españoles eran la clase dominante; le seguían los criollos blancos, hijos de blancos nacidos en la isla; los mestizos, generalmente padre blanco con madre india o mestiza. Y en lo más bajo del escalafón social, los esclavos negros. Los indios, que paulatinamente iban camino de la extinción, recibían el mismo trato que los esclavos. Contrariamente a lo que ocurriría en Estados Unidos, a los hijos nacidos de la relación de los blancos o criollos con las mujeres negras se les solía dar la carta de libertad. En general, las condiciones del esclavo negro en Cuba serían mucho más favorables que las de los esclavos en Norteamérica. A pesar de ser blancos, los criollos nunca fueron bien vistos en la capital del imperio español; por el hecho de haber nacido en las colonias se recelaba de ellos y se les negaban muchos derechos administrativos y eclesiásticos. Las disposiciones y órdenes que venían de España no eran del agrado de los propios colonizadores por las limitaciones que les imponían a la hora de explotar a los indígenas. La jerarquía –capitanes generales, obispos y jueces- venía nombrada por la Corona. Las colonias básicamente debían cumplir con la labor de servir a los intereses económicos y políticos del poder central. En cuanto a la distribución de la población, los blancos y criollos conformarían el grupo mayoritario, ésta sería una constante a lo largo de la historia a pesar de que en ciertos poblados o ciudades pequeñas, los negros resultaran en mayoría.

En esta sociedad multirracial se manifestaría, así mismo, una variedad de cultos religiosos. El catolicismo, como credo dominante, venía de la mano de los conquistadores. Los Reyes Católicos dispusieron que cada barco que zarpase hacia las Indias Occidentales llevase un misionero para la evangelización del Nuevo Mundo y la propagación de las enseñanzas y doctrinas de la iglesia romana. Tras la expulsión de los judíos de España acaecida en 1492 (todos los judíos no conversos tuvieron que huir), un grupo significativo acabaría recalando en Cuba. Por la estrecha relación e influencia de los ingleses y de las cada vez más poderosas colonias de Norteamérica, llegarían los evangélicos y protestantes que se extenderían a lo largo de la isla. En contraste con todos ellos, los esclavos practicaban los ritos que habían traído de su África natal. La sociedad blanca llegaría a asimilar a la clase media negra o mulata pero no participaba en la santería, el culto de los orishas, los grande hombres muertos. Si bien se hizo costumbre entre los gobernantes (senadores y alcaldes) seguir y hasta prestar obediencia a estas deidades. A partir de 1912, las religiones afrocubanas se identificarían más estrechamente con el catolicismo. Los negros consideraban al catolicismo como una versión española de la santería africana.

DE LA ECONOMÍA DEL AZÚCAR AL CAFÉ, TABACO Y RON

Los árabes -moradores de la península ibérica durante 800 años hasta la expulsión del último rey moro por los Reyes Católicos en 1492- introdujeron la caña, una gramínea que crecía rápidamente; eran excelentes agricultores y dominaban la técnica de la fabricación del azúcar. A finales del siglo XVI, gracias al préstamo solicitado por los padres dominicos a la Corona, aparecen las primeras empresas azucareras en la isla, con el tiempo se convertiría en el producto nacional por el que la Isla llegó a ser conocida como el azucarero del mundo. La industria del azúcar tuvo su período de oro durante el siglo XIX, aunque la economía cubana siempre dependería de la misma para su subsistencia. El azúcar unía tres actividades económicas: la agricultura (cultivo de la caña), industria (fabricación del azúcar) y comercio (distribución y venta). Su obtención fue durante mucho tiempo un proceso muy artesanal hasta la mecanización del mismo con la llegada de las máquinas de vapor y el tren. Requería, por tanto, una gran cantidad de mano de obra; principal causa de la llegada masiva de esclavos a la isla. El tráfico de esclavos africanos se convertiría en un negocio muy rentable tanto para los plantadores como para los funcionarios de la Corona. Era costumbre pagar a los capitanes generales y gobernantes un porcentaje sobre la compra-venta de esclavos. Aunque el comercio de esclavos oficialmente se prohibiría a partir de 1816 en Inglaterra, Estados Unidos y otros países europeos, lo cierto es que en el Mar de las Antillas, el negocio de esclavos prosiguió hasta finales de 1860. La presión de la élite productora de azúcar hizo que la Corona (con la complicidad de Norteamérica) mirase hacia otro lado. Los potentados azucareros sentían el temor que el fin de la esclavitud supusiera el declive de su principal sustento económico. El comercio y explotación de esclavos sería una de las causas que llevaría a Cuba a ser la última colonia americana en lograr la independencia de España.

Desde 1808 y durante todo el siglo XIX, Estados Unidos manifestaría su interés en anexionar la isla para garantizar el suministro de azúcar cuyo consumo iba en continuo crecimiento. El control de la Isla aseguraba que Inglaterra no se hiciera dueña de la misma en caso de que España no pudiera mantenerla. Con la liberación del comercio por parte de la Corona española, las transacciones entre el poderoso país del norte y la tierra insular se intensificaron. Cuba dependía de la carne y de todo tipo de productos de la cada vez más pujante industria norteamericana. En 1826, de los 964 barcos que entraron en el puerto de la Habana, 783 provenían de Estados Unidos. Esta relación -y hasta cierto punto obsesión de los gobernantes norteamericanos- con la Isla, perduraría y tendría profundas repercusiones en el plano económico y secuelas en el terreno político a lo largo de los siglos XIX y XX.

Otra planta que los árabes habían introducido en la península ibérica fue el café. La leyenda cuenta que unos pastores de Arabia observaron que las cabras adquirían una extraña vitalidad al masticar las semillas de un arbusto. Decidieron hervir y probar esta pócima oscura y marga. Así nacería el café, tan impregnado en la cultura cubana. Sería a consecuencia de la toma de Jamaica por los ingleses en 1655 cuando a la incipiente industria del azúcar se le unió el café, provocando un auge económico más que significativo. Los cafetales llegaron a la Isla de la mano de los franceses que huirían de la revolución de esclavos en Haití de finales del siglo XVIII, buscando refugio en Cuba donde llegaron a fundar explotaciones cafeteras en la montañas de Oriente y Pinar del Río. Tan significativo sería el crecimiento de los cultivos de café como su decadencia, debido principalmente a su escasa rentabilidad. Los cultivadores abandonaban el cultivo del café a favor del azúcar que les garantizaba el doble de renta. Más sustancial que la vertiente económica, el café tendría un componente social indeleble en el paisaje cultural cubano. Ha sido y es la bebida nacional por excelencia, pero también una filosofía y una forma de entender la vida: se dice que es en torno a un buen café cuando los cubanos sientan cátedra.

Los indios taínos tenían por costumbre fumar tabaco, experimentaban un estado de somnolencia casi místico al aspirar el humo por la nariz. Los indios llamaban a estas plantas cohíbas. La costumbre de fumar tabaco se extendió rápidamente entre los españoles y todos los navegantes del Caribe hasta dar el salto a Europa. Los agricultores españoles provenientes de las Islas Canarios fueron los principales tabaqueros en Cuba. Con el tiempo, adquirieron experiencia en el cultivo y selección de la hoja hasta crear unos puros que se hicieron famosos en todo el mundo. El alto consumo de habanos en la sociedad londinense en 1850 hizo que los pequeños cultivadores de Vuelta Abajo y de la región de la Yara duplicaran sus ingresos en poco tiempo. Debido a los conflictos y guerras en la isla, a partir de la segunda mitad del siglo XIX muchos tabaqueros se establecieron en Cayo Hueso y Tampa beneficiados por el crecimiento del consumo en Estados Unidos.

De la mezcla de melazas obtenidas de la caña de azúcar unos ingleses destilaron una fuerte bebida. Nacía el ron, bebida que se hizo muy popular entre la marinería de la época. En Massachusetts se hacía el mejor ron del las Antillas en la década de 1770. El deseo de comercializar esta nueva bebida en el Caribe, fue causa añadida a la revuelta de las colonias norteamericanas. John Adams, segundo presidente de los Estados Unidos, así lo expresaría: “No se por qué debe avergonzarnos confesar que la melaza fue un ingrediente esencial de la independencia americana”. En Cuba se llegaría a crear una poderosa industria a su alrededor. A fines del siglo XIX, un cubano de origen catalán apellidado Bacardí daría nombre al ron más famoso y una de las marcas más conocidas en el mundo. A principios del siglo XXI, el valor de las ventas de la casa Bacardí multiplicó por quince la facturación de todo el azúcar producido en Cuba. Significativo dato para un producto que nació de los desechos de la fabricación del azúcar.

DE LA REVOLUCION AMERICANA A LA INDEPENDENCIA DE CUBA

En 1762 una expedición de la armada inglesa tomó La Habana, y aunque esta aventura duraría pocos meses, representaría un profundo cambio en las relaciones comerciales de La Habana abriéndose éstas a las ricas colonias norteamericanas. Los cubanos descubren con los ingleses una atmósfera más tolerante en materia política y religiosa. En 1776 estalla la revolución americana. Las 13 colonias que habían participado en la Guerra de los Siete Años que había enfrentado a Inglaterra y Francia, aunaron su fuerzas para derrotar al imperio inglés ayudados por Francia y su (entonces) aliado España. El triunfo de la revolución americana significó el nacimiento de una república donde ya no era un monarca quien impondría su voluntad sino un pueblo a través de sus representantes elegidos bajo la autoridad de un documento legal escrito llamado Constitución. Con la revolución francesa de 1789 llegaría la Declaración Universal de los Derechos Humanos y nacería el concepto de ciudadano como depositario de la soberanía nacional.

Estos acontecimientos históricos marcaría profundamente a la sociedad cubana que durante el siglo XIX no cejaría en reclamar más autogobierno de la Corona española. La continua frustración motivó conflictos y guerras que culminarían con la guerra de independencia en 1898. La disyuntiva de los cubanos no iba a ser el sentido de identidad como pueblo, que lo tenían, sino su proyección; se enfrentaron al dilema de anexionarse al poderoso país del norte (Estados Unidos siempre había mostrado tal preferencia), o crear un estado propio e independiente. El carácter insular de la Isla y su dependencia del cultivo del azúcar, y por tanto de los esclavos como mano de obra de su industria, fuero factores determinantes para que la isla retrasara el clamor por su independencia. Pero éste sonaría atronador en la voz de José Martí. Este joven de padres españoles no participaría en la guerra de los diez años (1878-1878), por haber estado la mayor parte de ella en el exilio o en la cárcel, pero su prosa expresaría su fervor revolucionario, “ese maravilloso y repentino resurgir de un pueblo que poco antes parecía servil, y que hizo de las hazañas heroicas algo cotidiano, del hambre un banquete, de lo extraordinario algo vulgar”. Pasaría varios años en Estados Unidos donde trató de recabar apoyo y solidaridad para la causa independentista. Para Martí, el único camino era la independencia y no la anexión al poderoso país del norte. En 1895 desembarcaba en Cuba junto a Máximo Gómez y los hermanos Maceo, con la intención de iniciar la guerra de liberación. Pero el 19 de mayo caería en una emboscada mortal que acabaría con su vida. Con él, Cuba perdía a su figura más emblemática y candidato a dirigir los designios de la Isla. Para siempre sería recordado como el padre de la patria cubana.

El hundimiento del buque de guerra americano Maine la noche del 15 de Febrero de 1898, frente al puerto de La Habana (nunca se sabrían con exactitud las causas de la explosión aunque años más tarde se exculparía a los españoles de tal acción), fue la excusa de Estados Unidos para declarar la guerra a España. Los poderosos magnates de la prensa norteamericana, Hearst y Pulitzer, con el espurio deseo de vender más periódico, crearían el clima bélico y prepararían a la sociedad civil americana ante la inevitabilidad del conflicto bélico. La campaña prebélica y los preparativos y despliegue de tropas duraría más tiempo que la misma guerra que España había dado por perdida antes de iniciarse el conflicto. Con la capitulación española, Estados Unidos se anexionaba Puerto Rico y Filipinas junto a Cuba, que pasaba a ser protectorado americano. Este acontecimiento marcaría el fin de cuatro siglos de presencia española en el Nuevo Mundo.

LA REPÚBLICA DE CUBA

Cuba recibiría el siglo XX como un país libre de las ataduras a un imperio español definitivamente archivado en los anales de la Historia. En 1902, Estados Unidos proclamaba oficialmente la independencia de la isla. Nacía la República de Cuba. De 1902 a 1933, los gobiernos que dirigirían los designios de la Isla estuvieron presididos por guerreros de la Guerra de Independencia. Ya con el primer Presidente de la República, Tomás Estrada Palma, Cuba iba a experimentar un importante crecimiento económico. Excepcionalmente buenos serían los datos económicos en la I Guerra Mundial con la fuerte subida del precio del azúcar. Paralelamente, la clase política cubana entraría en un proceso especulativo y de corrupción que salpicaría a todos los gobiernos. A partir de 1908 aparecen “las botellas”, puestos que se daban a los políticos sin desempeñar trabajo alguno. El gansterismo político se convirtió en cotidiano. Este proceso degenerativo de la sociedad democrática trascurriría bajo la atenta mirada de Estados Unidos, que con la aprobación de la enmienda Platt se aseguraba la capacidad de intervenir en Cuba.

La Gran Depresión del 29 hundió la economía cubana. Los cubanos se habían empobrecido y el gobierno no podía pagar los sueldos de los soldados y marineros que iniciaron una revuelta a la que se unió el siempre activo y violento sindicato estudiantil. En Septiembre de 1933 entraría en escena la figura de Fulgencio Batista, que jugaría un papel fundamental en el devenir político cubano de los siguientes veinticinco años. Era un astuto sargento del ejército que logró convertirse en portavoz y cabeza visible del alzamiento que acabaría con el gobierno del doctor Grau. Ramón Grau -que volvería a gobernar de 1944 a 1948- había accedido al cargo una vez la presidencia interina de Céspedes cumpliera con el vacío de poder dejado por Gerardo Machado tras las aspiraciones revolucionarias de 1933. A partir de 1934, el autonombrado coronel Batista se convertía en el hombre fuerte del ejército. Como Jefe del Estado Mayor tutelaría y dictaría las acciones de los gobiernos democráticos de los presidentes (marionetas) Mendieta, Barnet y Bru. Grau y su sucesor Príos serían los únicos gobernantes que se distanciarían de las intrigas e influencias del coronel. El final de la presidencia de Príos coincidiría con la vuelta de Batista al gobierno en 1952, esta vez sin la máscara democrática que incluso le había llevado a pactar con el partido comunista. Al reclamo de un grupo de oficiales que se habían enriquecido con Batista y veían peligrar sus privilegiadas posiciones, el astuto y mesiánico militar regresó con el fin de instaurar un gobierno dictatorial.

1959

En 1953 se haría notoria la figura de un joven revolucionario, Fidel Castro. Junto a un grupo de seguidores, y en compañía de su hermano Raúl, atacó el cuartel de Moncada en Santiago de Cuba. La ofensiva se saldó con la muerte de muchos de los asaltantes y Castro confinado en prisión. El país, que había gozado de cierta bonanza económica, entraba en una espiral de corrupción afectando tanto la sociedad civil como militar. Tras 21 meses en la cárcel, Batista decidió soltar a los insurrectos. Castro se trasladó a México donde conocería a un joven médico comunista argentino, Ernesto Guevara. En Diciembre de 1956, Fidel, Raúl y el Che Guevara, junto a un puñado de supervivientes del asalto a Moncada, iniciaron un nuevo alzamiento revolucionario en Cuba. Desembarcaron en la Isla con la intención de tomar Santiago de Cuba y provocar la insurrección popular. Fue un fracaso que les obligó a retirarse a las montañas. Acorralado, Castro estuvo a merced del ejército de Batista, pero este no lo liquidó. A los pocos meses el panorama empezaría a cambiar con las revueltas populares que se extendieron por todo el país. Cuando Batista, consciente del peligro, intentó acabar con el foco guerrillero de Sierra Madre ya era demasiado tarde. La mecha de la revolución había prendido en toda la isla y el ejército, tan corrupto como el gobierno, se encontraba dividido y sin capacidad de respuesta. A finales de 1958 el presidente norteamericano Eisenhower pide a Batista que abandone, pero éste se niega. Pero los acontecimientos se precipitan y le obligan a huir a Santo Domingo, para acabar, años más tarde, sus días exiliado en España. El 1 de Enero de 1959, los cubanos despertaron con la noticia de la huida de Batista. La noticia llegaba a Santiago de Cuba, desde donde Fidel Castro iniciaba su marcha triunfal hacia la capital con calculada parsimonia y al calor de las multitudes que le aclamaban a su paso. El pueblo cubano advirtió en este revolucionario locuaz y de discurso arrebatador al salvador de la patria que tanto habían anhelado tras la muerte de José Martí.

LA CRISIS DE LOS MISILES Y LA CUBA SOVIÉTICA

En un principio, Castro mostraría su lado más amable y conciliador, prometiendo reformas democráticas y la restauración de la Constitución de 1940. Promesas que jamás llegaría a cumplir. En Estados Unidos se sospechaba, desde antes del triunfo de la revolución, de las tendencias comunistas del joven líder cubano. Acusaciones que Castro negaría vehementemente. Los hechos se encargarían de demostrar que tales sospechas eran fundadas.

En Abril de 1961, se produciría un intento de retomar el poder por parte de los exiliados cubanos. La falta de preparación del contingente cubano y el abandono a su suerte del presidente Kennedy provocó el fracaso de la expedición a Bahía de Cochinos. La intentona acabaría con decenas de muertos, miles de prisioneros y la práctica aniquilación de la oposición clandestina. Fidel Castro saldría reforzado en su posición como líder de una Cuba desafiante que mostraba su dedo acusador al poderoso vecino del norte.

En Octubre de 1962, el mundo asistiría con la respiración contenida a la casi declaración de guerra entre Estados Unidos y la URSS con la llamada crisis de los misiles. Cuba, una pequeña isla del Caribe de la que no se tenían muchas noticias, se iba a convertir en foco de la atención internacional por su provocación, de la mano de la Unión Soviética de Nikita Kruschev y sus misiles nucleares, al coloso americano. La cordura se impuso pero este suceso colocaría a Cuba en el centro de la escena política mundial. Lo que el gobierno norteamericano habían intentado evitar desde el final de la II Guerra Mundial se hacía realidad: un gobierno comunista, financiado y alimentado por el enemigo ruso, se había instalado a las puertas de casa.

Con la implantación del comunismo en Cuba, se iba a producir una progresiva sovietización de la isla. Durante la década de los 60 se intervinieron y confiscaron las principales empresas del país, la libertad de expresión quedó abolida y miles de cubanos acabarían en las cárceles como prisioneros políticos. Cuba iba a experimentar un masivo exilio que comenzaría con la clase alta, empresarios y profesionales cualificados pero que a lo largo de los siguientes años iba a afectar a todos los estratos sociales (un destierro que sigue produciéndose aún hoy y que ha dejado a la isla sin capital humano; quedando tan sólo los burócratas del régimen, los fanáticos castristas y mucha gente pobre, sin recursos ni capacidad para huir). De la mano del ideólogo Che Guevara, se implementó el modelo de economía planificada y la nacionalización de los medios de producción. Esta transformación llegaría al paroxismo en 1970 cuando Castro se marcó como meta la producción de diez millones de toneladas de azúcar. Para conseguirlo, dispuso que todos los recursos económicos del país se consagraran a tal objetivo. El fracaso supuso el hundimiento de la economía del país. La solución pasó por copiar el modelo administrativo y burocrático ruso. Gracias a los subsidios del eje comunista con la consiguiente invasión de tecnócratas rusos en la Isla, se frenó la caída en picado de la economía. Pero ésta llegó a depender exclusivamente de la ayuda de Moscú y sus aliados del bloque socialista. El idealismo con el que había nacido la revolución dio paso a un pragmatismo de supervivencia.

EL FIN DE UNA EPOCA. LA INCERTIDUMBRE ANTE EL FUTURO

La caída del Muro de Berlín en 1989 marcó el fin de una era. El hasta entonces sólido bloque soviético se desmoronó. La Unión Soviética se desintegró y con él fueron cayendo, unos tras otro, los regímenes comunistas del bloque del este. Cuba se quedó sin su principal sustento y aliado. La perestroika (reestructuración del Estado) del presidente Mijail Gorbachov pretendía dar un nuevo rumbo a la economía soviética en un intento de rectificar los errores del comunismo. Castro receló de estos cambios y cerró toda posibilidad a que los mismos llegaran a Cuba. Boris Yeltsin, sucesor de Gorbachov al frente del gobierno de Moscú, disolvió el Partido Comunista y canceló el enorme subsidio que se otorgaba a Cuba, que muchos analistas han estimado en una cantidad próxima a los 100.000 millones de dólares.

La situación económica de Cuba se hacía inviable sin la ayuda de su fiel protector ruso. Castro se vería forzado a iniciar una leve apertura que se traduciría en cierto alivio para las empobrecidas arcas del país. A partir de 1993 se permitió la circulación de los dólares en la Isla. Se fomentó el turismo y se promovieron aventuras empresariales entre empresas estatales y extranjeras. También se consintieron, aunque de forma muy restringida, ciertas iniciativas privadas. Se volvió a autorizar las actividades de la Iglesia Católica que culminarían con la visita del Papa Juan Pablo II a la isla en 1998.

Con la entrada del nuevo siglo, los cubanos se mostraban esperanzados ante las perspectivas de que el proceso continuara e incluso diera paso a nuevas reformas y una mayor apertura. Pero el régimen siguió anclado en el pasado. Bajo ninguna circunstancia Castro iba a permitir que Cuba se desviara del rumbo estalinista que había marcado, “primero la Isla se hundiría en el mar antes que abandonar el marxismo-leninismo”, exclamaría en repetidas ocasiones para desterrar toda idea de cambio. Todas las medidas de apertura adoptadas en la década de los 90 sufrirían una drástica involución.

El 25 de Noviembre del 2016 moría Fidel Castro. Los que habían vaticinado que con la muerte del comandante se acabaría el sistema comunista erraron en el pronóstico. Raúl Castro, formalmente a cargo de la Presidencia del país desde Febrero del año 2008, sigue con mano firme los pasos marcados por su hermano. Fidel -una de las figuras más peculiares y controvertidas de la Historia contemporánea- logró mantenerse, contra toda adversidad y pronóstico, al frente del último régimen comunista de Occidente. Cuando se hizo con las riendas del poder en 1959, Cuba era uno de los países más prósperos de Latinoamérica, hoy es uno de los más pobres. No es tarea fácil (ni aquí pretendemos emular a Nostradamus) predecir el futuro de Cuba. Quizás sea más seguro el aventurar que es probable que desaparezca el régimen marxista-leninista antes que la Isla se hunda en el mar.